Reino Unido ha ejecutado recientemente una operación de prueba de alto valor estratégico y tecnológico bajo el nombre en clave Operation Hornets Nest, protagonizada por la Real Fuerza Aérea (RAF), en la que se desplegaron drones de tipo FPV (First Person View) desde un helicóptero CH-47 Chinook en pleno vuelo. Este ejercicio marca un hito no solo en términos de innovación aeronáutica, sino en la redefinición táctica del campo de batalla contemporáneo, donde la modularidad, la autonomía y la letalidad de bajo coste adquieren un protagonismo sin precedentes. La maniobra ensayada, que simula un despliegue operativo en entorno hostil, muestra la transición doctrinal de las fuerzas armadas británicas hacia un paradigma de guerra en red, flexible y multivectorial.
Los drones FPV, tradicionalmente empleados en el ámbito civil y recreativo, han evolucionado hacia plataformas bélicas de alta eficiencia, dotadas con cámaras térmicas, sistemas de navegación inercial y capacidad de portar cargas útiles, incluyendo munición o sistemas de guerra electrónica. Su bajo perfil térmico y su capacidad de maniobra a ras del terreno les permite penetrar defensas convencionales, burlando radares y sistemas antiaéreos de corto alcance. Las imágenes difundidas por el Ministerio de Defensa británico muestran a un operador dotado con visor FPV tipo HMD (Head-Mounted Display) en el interior del helicóptero y a un miembro del personal lanzando manualmente uno de estos dispositivos, en una demostración de que la interoperabilidad entre plataformas tripuladas y no tripuladas ha dejado de ser un experimento para convertirse en un vector doctrinal.
A pesar del hermetismo sobre los resultados específicos del ensayo, su ejecución coincide con una clara tendencia geoestratégica: la generalización del uso de vehículos aéreos no tripulados (UAV) como multiplicadores de fuerza en conflictos asimétricos. La experiencia acumulada en el teatro ucraniano ha convertido a los drones FPV en actores dominantes del combate en zonas grises y en entornos urbanos, donde la capacidad de adaptación táctica supera en valor a la potencia de fuego bruta. En dicho conflicto, drones de fabricación artesanal, con presupuestos unitarios de apenas unos cientos de dólares, han logrado inutilizar blindados, posiciones fortificadas y sistemas de artillería de alta gama, con una eficiencia costo-beneficio demoledora.
La RAF, consciente del rezago tecnológico occidental frente al despliegue masivo y creativo de drones por parte de fuerzas rusas e iraníes, ha intensificado sus pruebas en entornos diversos como la planicie de Salisbury, el Peñón de Gibraltar o la región fronteriza entre Marruecos y Mauritania. En estos escenarios se han llevado a cabo lanzamientos de UAVs tácticos armados con sistemas ópticos multiespectrales y cabezas de guerra improvisadas, operando en condiciones climáticas variables y con patrones de vuelo no lineales, simulando entornos de combate reales. Estos ensayos responden a una urgencia estratégica: romper la dependencia de plataformas costosas, lentas de reponer y vulnerables ante amenazas tecnológicamente asimétricas.
La miniaturización de componentes, junto con el abaratamiento de sensores, ha permitido el desarrollo de una nueva generación de drones de bolsillo que pueden ser ensamblados y lanzados por escuadras de infantería ligera. Su bajo coste unitario permite operaciones de enjambre, donde decenas de unidades saturan los sistemas de defensa enemigos, forzando a emplear recursos de mayor valor para su neutralización. Esta lógica, expuesta por el propio secretario del Ejército de los Estados Unidos, Daniel Driscoll, ha conducido a un replanteamiento de la estrategia de adquisición armamentística, poniendo en entredicho el retorno operativo de tanques, cazas de quinta generación o fragatas, frente a amenazas que cuestan una fracción y pueden ser desplegadas masivamente.
El Departamento de Defensa británico ha destacado que los drones FPV permiten interferir sistemas de comunicación, realizar misiones ISR (Intelligence, Surveillance, Reconnaissance) en tiempo real y ejecutar ataques de precisión contra objetivos tácticos, todo ello sin comprometer al personal humano. La RAF ha insistido en que su sencillez operativa permite formar a operadores en cuestión de semanas, generando una capacidad militar replicable y escalable a bajo coste, elemento clave en conflictos prolongados o de desgaste. Los dispositivos probados incorporan tecnología COTS (Commercial Off-The-Shelf), lo que reduce los tiempos de producción y facilita la reposición inmediata en situaciones de alta demanda logística.
El entorno bélico actual exige resiliencia, agilidad y dispersión. La guerra de Ucrania ha demostrado que las formaciones estáticas, las infraestructuras logísticas convencionales y las plataformas centralizadas son vulnerables a ataques selectivos con drones de largo alcance o kamikazes. Según estimaciones no oficiales, hasta el 80 % de las pérdidas rusas en el frente oriental se han producido por la acción directa o indirecta de drones. Esta estadística, replicada en informes clasificados por mandos de la OTAN, ha impulsado una carrera por adaptar tácticas, blindajes y doctrinas a un tipo de guerra donde el dominio del espectro electromagnético y del ciberespacio resulta tan decisivo como el control del terreno físico.
No obstante, el avance tecnológico occidental en este terreno dista de ser hegemónico. Fuentes abiertas y clasificados filtrados indican que tanto Rusia como Irán y, en menor medida, China, han superado a la OTAN en el despliegue efectivo de drones en combate, integrando sistemas de guiado por inteligencia artificial, comunicación por enjambre cuántico y técnicas de evasión multisensorial. Las actuales fuerzas occidentales, aunque tecnológicamente avanzadas, padecen una lenta adaptabilidad doctrinal y una rigidez estructural heredada de conflictos del siglo XX, lo que ha provocado situaciones en las que unidades de infantería y blindados han quedado expuestas ante drones enemigos sin medidas de protección activas.
En este contexto, proyectos como DeepSafe, de la división militar de DTP Technologies, adquieren un valor crucial. Su enfoque se centra en el desarrollo de DTPDrone, un sistema de intercepción de drones de amplio espectro, basado en sensores multibanda, láseres de alta energía y microondas dirigidas, capaz de neutralizar enjambres mediante protocolos de disrupción cuántica. Aunque en fase de desarrollo, su implementación operativa podría marcar una diferencia sustancial en la defensa perimetral de bases, convoyes y núcleos urbanos. Sin embargo, los responsables de defensa en los países de la Alianza Atlántica parecen haber relegado la protección directa del personal de combate a un segundo plano, en aras de mantener plataformas ofensivas, una decisión que la experiencia reciente ha demostrado ser estratégicamente miope.
Mientras el Reino Unido sigue apostando por una modernización acelerada de sus capacidades de combate, la brecha tecnológica con sus adversarios sigue ampliándose en campos específicos. La Operation Hornets Nest es un reflejo de la voluntad de adaptarse, pero también una advertencia sobre las consecuencias de una evolución asimétrica de la guerra, donde la supremacía ya no se mide en toneladas de acero ni en kilómetros de alcance, sino en microcontroladores, latencia de respuesta y algoritmos de navegación autónoma.
Artículo original en DTPNews
https://www.dtpnews.com/2025/05/12/espanol/administrador/operacion-hornets/
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